Xosé Manuel Domínguez Prieto, docente experimentado y prolífico autor, recientemente ha sido entrevistado en el programa ‘A contracorriente’, de Radio Santa María de Toledo, un espacio dedicado a la familia y la educación basada en las virtudes cristianas.
El motivo era comentar algunos de sus últimos libros en PPC: ‘Despierta y alégrate. Caminos de sanación interior’, ‘El profesor cristiano: identidad y misión’, ‘Llamada y proyecto de vida’ y el más novedoso, ‘El arte de acompañar’.
Este último, ‘El arte de acompañar’, fue, precisamente, el comienzo de la conversación, de la que transcribimos algunos de los comentarios más interesantes.
- “El acompañamiento es una actividad que hace una persona con otra, que permite a la segunda crecer. Es lo que hace una madre, un padre, un profesor, un terapeuta, un sacerdote… En el siglo XXI, han surgido dificultades y circunstancias nuevas que han hecho que se pierda este arte de acompañar, de humanizar, de estar junto a otro haciendo su camino, y la capacidad de encontrarme para caminar junto a otro para crecer como persona, madurar y afrontar la vida”.
- “Esta actividad, que es absolutamente esencial, no se sabe hacer bien. No vale improvisar, no vale con un cursillo online de tres horas; para que el acompañamiento sea eficaz, madurativo y riguroso no vale con la buena voluntad. Exige un método y unas herramientas determinadas”.
- “El papa Francisco, que es un genio del coaching, la psicología y el acompañamiento, nos ha dicho que los cristianos debemos ser expertos en el arte de acompañar”.
- “Sobre qué habilidades son esenciales en el acompañamiento: ¿todo el mundo sabe bien cómo mirar con cariño y acoger, escuchar con atención y empatizar, comunicarse con el otro y hacer que el otro se comunique con él? Los profesores, por ejemplo, sabemos muy bien hablar, pero ¿sabemos escuchar a los alumnos? ¿Sabemos acoger al otro en su humanidad herida? ¿Y cómo ayudar al otro a que perciba sus humanidades, a que encuentre su meta, a movilizar un deseo de cambio? ¿Cómo hacer una sanación emocional, con lo importante que eso es?”.
- “Acompañar no es dar consejitos ni recetas. Es más: estamos muy hartos de recetas y consejitos. Lo que necesitamos es que quien nos acompañe nos dé fuerza y lucidez, nos impulse para afrontar por nosotros mismos el camino de mi vida. Esto pasa también por afrontar el dolor que me toca. Lo que hizo el buen samaritano: miró, se conmovió, se acercó, sanó las heridas… ¿Sabemos sanar las heridas emocionales de mi hijo, de mi marido, de mi alumno…? Es toda una tarea”.
- “Toda persona necesita una comunidad. Lo primero que hizo Cristo, por ejemplo, fue buscarse una compañía, y él fue acompañado siempre por su madre. Decía santa Teresa de Jesús que toda persona necesita un 'evacuadero', alguien a quien contar tus penas, al menos que te escuchen. Conozco sacerdotes que han terminado pegando un ‘petardazo’ porque ellos mismos no han abierto su corazón a otros para ser acompañados”.
Sobre el libro ‘Llamada y proyecto de vida’:
- “Toda persona tenemos una llamada. No es algo patrimonio de médicos, maestros, curas y religiosas. Es algo antropológico. Todos tenemos cualidades y capacidades que me piden ser puestas en marcha; acontecimientos que me llaman; y personas que me impactan. De modo que cada uno en su vida recibe una llamada a ser quien está llamado a ser y realizar su propia esencia, y toda la vida es una respuesta a esa llamada, que es más que lo profesional o lo vocacional”.
- “Dios llama continuamente. Es el ser con más paciencia que conozco”.
- “Podré tener mucho currículum, pero si no sirve para acompañar a otros, es mero papel que no sirve, porque no tiene un sentido. Lo importante en la vida no es qué hago ni cómo lo hago, sino para quién y para qué lo hago, y eso es el descubrimiento de la llamada”.
- “Cuando yo digo sí a la llamada, mi vida da de sí, crezco, y enriquezco a otros, soy más fecundo. Cuando digo sí a mi llamada soy más fértil. ¿Si digo no a mi llamada, qué pasa?: me esterilizo. Podré ganar dinero, podré tener mucha fama, lo cual, por cierto es muy efímero, pero no crezco como persona, no estoy en paz. Podré sepultar esa falta de paz con mucho viaje, mucho dinero, mucho Internet, mucho WhatsApp y mucho alcohol, pero al final estoy machacado”.
Sobre ‘El profesor cristiano, identidad y misión’:
- “Ese libro tiene dos dimensiones: primero, los profesores tienen que tomar conciencia de que lo que están haciendo responde a una llamada de servicio, una diakonía de la verdad; es estar al servicio de los alumnos para, en el encuentro con ellos, crecer. Y segundo, si además el profesor es cristiano, eso tiene una incidencia definitiva: no se puede vivir la vida cristiana al margen de la profesional, y viceversa. El Evangelio transfigura profundamente lo que hace un docente”.
- “No es solo acompañar una dimensión intelectual. Cuántos jóvenes hay ahora preparadísimos pero con una falta de voluntad, un carácter muy débil y que no son capaces de afrontar dificultades y se vienen abajo; eso es ahora un problema gravísimo”.
- “Absolutamente no se puede separar religión y docencia. Nadie es aséptico, todos tenemos un modelo de ser humano, modelo de sociedad, y en la educación lo transmitimos verbal y no verbalmente. O trato a mis alumnos como recipientes intelectuales o les trato como personas; o les preparo para ser buenas piezas en el mercado laboral o les preparo para ser personas en plenitud, y en esto incide la fe, porque la fe es también un modo de vida”.
Puede escuchar el audio completo de la entrevista clicando aquí.