ANTONIO ÁVILA.– En sus 143 páginas, 'Víctimas de la Iglesia. Relato de un camino de sanación' resulta un libro difícil de calificar. La pequeña obra que tenemos entre las manos es, sin duda, un testimonio conmovedor y desgarrado de un proceso de sanación, pero es, también, una denuncia ante tantos silencios cómplices e, incluso, ante algunas tomas de postura demagógicas e interesadas. Se encuentra, pues, entre esos raros libros que traspasan la frontera de la mayoría de las publicaciones para adentrarse en el comprometido camino del testimonio personal. Su estructura es sencilla.
Tras una breve presentación de cuatro páginas a cargo del editor, en las que este justifica la oportunidad de la publicación, se despliega la obra, dividida en tres partes. La primera lleva la firma de José Luis Segovia (Josito), y sirve para introducirnos en los hechos que se desarrollarán más adelante. Pero sirve también para que el autor tome postura como creyente, como sacerdote que ha escuchado, mirando a los ojos, a algunas víctimas, y como jurista que reflexiona sobre el derecho de estas a ser escuchadas, acompañadas pastoralmente y a ser reparadas por la Iglesia.
La tercera parte corre a cargo de Javier Barbero, que ha sido quien ha acompañado el proceso terapéutico. Su intervención, además de describir dicho proceso terapéutico, dando un nuevo ángulo de visión, nos ofrece pautas sobre cómo actuar en la elaboración de un duelo tan destructivo como es el de todo tipo de abuso. (Muy interesantes son las reflexiones que se hacen a lo largo de toda la obra sobre la relación entre abuso y poder). Ambas partes sirven de marco a la segunda, que es el centro de la obra, en la que la autora anónima desarrolla el testimonio del infierno vivido y de su proceso de sanación. Seguir leyendo la reseña
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