![En la revista Sal Terrae: 'Compañeros de Jesús. Un santo para cada día'](https://www.ppc-editorial.com/sites/default/files/styles/large/public/migracion/noticias/companeros-jesus-400.jpg?itok=x-9U8vkW)
Mª DOLORES DE MIGUEL POYARD.- Como decía la Madre Teresa, “la santidad no es un lujo, es una necesidad”. Es ser fieles a nosotros mismos: estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y Él es santo. Por eso los santos desbordan de alegría en su corazón.
A veces las hagiografías, queriendo enaltecerlos, los han alejado tanto de nuestra realidad diaria que nos han hecho creer que la santidad es solo para unos pocos elegidos.
Las obras de Fernando Cordero, religioso de los Sagrados Corazones, los presentan como lo que son: personas de carne y hueso, pecadores que lo esperaron todo de Dios. En sus libros conjuga la cálida espiritualidad del sacerdote, la pedagogía del profesor y el estilo ágil, vivo y directo del joven periodista. Por eso se están convirtiendo en un referente de la literatura hagiográfica infantil y juvenil.
En su obra anterior, ‘Amigos hasta la muerte’, nos presentaba a 30 compañeros de Jesús. En esta ['Compañeros de Jesús. Un santo para cada día'], concebida como un santoral para todos los años, incluidos los bisiestos, se dan cita 366. Un santoral también universal, pues en él encontramos santos y beatos de todo tipo: laicos, religiosos, hombres, mujeres, niños, ancianos, campesinos, esclavos, nobles, letrados… Todos ellos, a modo de canto coral, modulan y acompañan sus voces en torno a un eje común: su apasionado amor a Dios, expresado sencillamente en su quehacer diario.
El Espíritu de Dios es el verdadero protagonista de todas estas historias de alegría y plenitud. Él está a la puerta y llama, e inunda de gozo el corazón de cuantos le dejan entrar. De ahí la eterna juventud de todos ellos, realzada en esta obra por las expresivas ilustraciones de Ana Muñoz, que, en su elocuente sencillez, evocan uno de los mensajes clave del texto: la santidad no son fuegos de artificio, es el adorno de los sencillos.
El objetivo del autor es claro: acercar a los santos al hombre de hoy, revitalizar la llamada universal a la santidad, mostrarla accesible en la vida diaria de todas las gentes.
A los santos de esta obra se les ha clasificado según su condición (apóstol, laico, mártir…) y se les ha asignado un color según el grupo al que pertenecen. Todas las páginas vienen encabezadas por una sugerente y vistosa franja formada por la sucesión de todos estos colores, expresión de la caleidoscópica belleza de la comunión de los santos. Y la breve biografía inicial de cada uno está escrita sobre un fondo del color de su grupo.
La agradable maquetación del libro, la ordenada claridad de sus contenidos y su cuidada edición favorecen el mensaje último: la santidad es buena, verdadera y bella.
Todos los capítulos presentan la misma estructura, diseñada a modo de itinerario espiritual para iluminar la propia vida con la luz de Dios, presente en cada uno de los santos. El texto se inicia con una breve biografía del personaje. El cuerpo central lo ocupa una escena significativa de su vida, donde se puede contemplar, como dice san Ignacio, “como si presente me hallase”; porque, por lo general, es una escena dialogada donde se le oye hablar y se le ve actuar. Y, por último, se invita a la oración a partir de una frase del santo o de su carisma más propio. Todo ello encaminado, como dice san Ignacio, a “reflectir y sacar provecho”, a dejarse afectar en la propia vida por lo meditado y contemplado.
Es una obra pensada en principio para niños; pero, como el sello de Dios en el corazón de sus santos es desbordante, es capaz de conmover a todo tipo de público.
Publicado en la revista Sal Terrae, marzo 2016, nº 1.209, y en Kamiano, el blog de Fernando Cordero.