Cardenal Maradiaga: “Solo el Evangelio es revolucionario”

cardenal Oscar Rodriguez Maradiaga - Autores PPC

Sale a la luz el libro ‘Solo el Evangelio es revolucionario’, una larga charla del salesiano Antonio Carriero con una de las figuras eclesiales más importantes de América Latina y, en general, de la Iglesia universal en los últimos años: el también salesiano cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.

Un cardenal salesiano

La obra consta de 11 capítulos, a través de los cuales el arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) relata episodios de su infancia y juventud; sus años en el noviciado salesiano y cómo Don Bosco le sigue marcando (“En realidad soy salesiano por vocación y obispo por obediencia, tomado de las filas de Don Bosco para servir a la ‘milicia’ de la Iglesia como obispo”); su pasión por la ciencia, la música y la enseñanza. Posteriormente, la ordenación episcopal; cómo se ofreció para representar a Honduras en la histórica Conferencia de Puebla y, desde ahí, cómo entró en la directiva del CELAM; y luego, sus diferentes cargos en la Curia romana (“El Vaticano no me ha dejado nunca en paz”, bromea).

Este es un libro fundamental para conocer a un ‘príncipe de la Iglesia’ que prefiere presentarse como “padre”: “Soy el padre-obispo de una diócesis muy compleja y numerosa, un pueblo muy sencillo que lleva las cicatrices profundas de la pobreza y del dolor, y que pide a sus pastores cercanía, amistad, paternidad”.

La reforma de Francisco

Pero también es una obra esencial para entender mejor el pontificado de Francisco. Maradiaga es el coordinador del Consejo de cardenales (C-9) instituido por el papa argentino para ayudarle en la reforma de la Curia.

Desde esa posición privilegiada, Maradiaga detalla los ámbitos más urgentes en dicha reforma (economía, comunicación y dos dicasterios fundamentales: ‘Laicos, familia y vida’ y ‘Servicio al desarrollo humano integral’). Y también algunos rasgos de la personalidad del Papa: “Participa, está todo el tiempo con nosotros y escucha en silencio; interviene poco y a veces nos pregunta: ‘¿Qué pensáis de esto, de aquello…?’. Es muy bonito percibir su esfuerzo humilde por comprender y entrar en las situaciones”.

Pero también conoce sus preocupaciones en la actualidad: “La mayor preocupación de Francisco es, sobre todo, comprender cómo los sacerdotes, los obispos y los cardenales pueden dar un mayor testimonio de los valores evangélicos. Está verdaderamente preocupado por testimoniar el Evangelio y por la tentación de poder, que continúa corrompiendo a muchos miembros del cuerpo eclesial”.

Un Papa revolucionario

“Francisco ha sido definido como un ‘papa revolucionario’ –le pregunta Carriero a Maradiaga–. ¿Puede usted confirmarlo? ¿En qué consiste la revolución de Bergoglio?”.

“Es la revolución del Evangelio –responde–. No cambia la doctrina, como piensan algunos, no. Cuando me llama por teléfono, normalmente responde una de las dos mujeres que trabajan conmigo. El papa reconoce su voz y le pregunta cómo está. ‘¿El Santo Padre?’, pregunta ella llena de estupor. ‘Sí, sí, no te asustes. ¿Cómo estás?’. La revolución del Evangelio pasa por un sentido pastoral de cercanía a la gente, de gran ternura y, sobre todo, de mucha misericordia. Creo que su revolución consiste en un cristocentrismo que se manifiesta como pasión por la humanidad que sufre, una humanidad herida y necesitada de amor. Todo lo que consigue procede de esta opción fundamental y es fruto de un corazón lleno de misericordia y de ternura”.

Solo en el encuentro con Cristo se da la verdadera revolución”

Y en otro punto del libro, el cardenal hondureño añade: “Solo en el encuentro con Cristo se da la verdadera revolución. ¿Cuál es la revolución del Evangelio? El cambio de vida de las personas, o sea, la conversión: la verdadera revolución es la conversión, que comienza cuando una persona se conoce, se ve objetivamente y se decide a cambiar de vida según el estilo de las bienaventuranzas. Muchas veces en nuestra vida somos víctimas de la idolatría del yo, de nuestro egoísmo y egotismo. En este horizonte fraterno y universal, yo, como cardenal, soy tan importante como un laico: todos contribuimos a la edificación de la sociedad y del cuerpo de Cristo. Cuando un creyente, un ser humano, asume la esencia de su propia identidad, comprende cuál es su puesto en el mundo como persona y el sentido último de su vida; entonces comienza a vivir de forma ética. Cuando reconocemos quién es nuestro creador y la grandeza de la creación, entonces tiene lugar la conversión. Esta es la verdadera revolución del Evangelio. La que se hace desde el interior”.

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