Jubileo: este año no tocaba... ¡pero toca!

Jubileo: este año no tocaba... ¡pero toca!

PAULA MARCELA DEPALMA.- Este año 2015 no tocaba celebrar un jubileo. Hay dos tipos de jubileos. Los jubileos ordinarios son cada 50 años y los extraordinarios responden a un momento concreto de la historia de la Iglesia. El último jubileo extraordinario (1983) tenía como fundamento el aniversario de la redención (muerte y resurrección) de Jesús. Pero ahora no tocaba ningún jubileo.

Sin embargo, el papa Francisco parece estar convencido de que el proyecto de la misericordia nos compromete a todos de una manera especial y que se merece un jubileo.

El papa, al convocar este jubileo de la misericordia, parece anunciar que la vivencia profunda, seria, continuada y colectiva de la misericordia es la clave que dará la energía necesaria para la conversión que espera para toda la Iglesia. La misericordia, la revolución de la ternura y la compasión están en el fondo de la conversión pastoral y eclesial que fundamenta todo el “programa” de Francisco:

“La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (Evangelii gaudium 114).

Esta conversión eclesial hacia una Iglesia entendida como el lugar de la misericordia y de la acogida solo es posible si cada uno, de manera personal, “puede sentirse acogido, amado, perdonado, alentado, fortalecido…”.

Por eso, la misericordia ha de penetrar en el interior de cada uno de manera que no quede pecado que no pueda ser perdonado. Que no quede ni rastros de la culpa que traemos de años atrás.

“Mientras percibimos la potencia de la gracia que nos transforma, experimentamos también la fuerza del pecado que nos condiciona. No obstante el perdón, llevamos en nuestra vida las contradicciones que son consecuencia de nuestros pecados. En el sacramento de la Reconciliación, Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado” (Misericordiae vultus 22).

El objetivo del jubileo implica la conversión personal y pastoral de toda la Iglesia. Implica salir a las periferias existenciales y de pobreza. Implica acoger a “nuestro extranjero, a nuestro huérfano y a nuestra viuda”, que está desvalido y sin fuerzas, devolverle lo que ha perdido y habilitarlo “a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado”.

Este año no tocaba… pero se impone un giro, un cambio de rumbo; y ahondar en la vivencia profunda de la gracia, de la misericordia y de la compasión. Este giro hacia la misericordia indicará el camino de toda la Iglesia en este año y en los años próximos. Y eso nos toca a todos.

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