Francisco en México, una visita para echarle ganas

Francisco en México, una visita para echarle ganas

ÓSCAR HERNÁNDEZ GALICIA, editor de PPC México.- El papa Francisco llegó a un México tan rico como complejo, tan alegre como marcado por la violencia, tan lleno de esperanza a la vez que oprimido por los conflictos sociales. Fue en este escenario donde se convirtió en misionero de misericordia. Los gestos del papa fueron cercanos: una mirada, una caricia, un abrazo, la capacidad de conmoverse ante las realidades de las familias mexicanas, la bendición a los niños de la catequesis… Fiel a la pedagogía de la ternura y de la alegría, recorrió nuestro país recordándonos nuestra riqueza, la importancia de mirar y dejarnos mirar por la Señora del Tepeyac y la urgencia de unirnos como nación para “echarle ganas”, especialmente con los más excluidos.

Nuestra riqueza

Insistía el Santo Padre en no perder de vista la mayor riqueza que puede tener México: los jóvenes. En ellos hay que gastar nuestros mejores esfuerzos para que no terminen siendo presa del crimen organizado, de la violencia o el olvido. Construir nuestra sociedad con ellos y para ellos, no dejarlos a un lado.

Nos decía: “Un pueblo con juventud es un pueblo capaz de renovarse” (Discurso del 13.03.2016). Y con los jóvenes fue aún más claro: “De la mano de Jesús les pido que no se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía” (Encuentro del 16.02.2016). Es un llamado que nos interpela a todos.

Por otro lado, está la riqueza de nuestra milenaria herencia cultural. Somos hijos del maíz, de la tierra, de culturas que supieron cuidar el don de la creación y convivir con ella de manera armónica. Ignorar nuestro pasado sería tanto como sepultar aquello que nos da identidad y nos hace ser un pueblo de flor y canto. Sería traicionar nuestra esencia y continuar con la destrucción de la casa común.

Mirar y dejarnos mirar

Y claro, somos una nación resguardada por la Virgen de Guadalupe. Por tanto, hemos de dejarnos mirar constantemente por ella y acuñar su mensaje de amor: “¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿Acaso no soy yo tu fuente de vida? ¿No estás acaso en el hueco de mi manto, en donde cruzo mis brazos? ¿Quién más te hace falta?” (Nican Mopohua). Somos embajadores de la Virgen, enviados a llevar la Buena Nueva del Dios que es misericordia.

De la misma forma hemos de valorar la riqueza y legado de nuestros pueblos indígenas. Ellos, primeros destinatarios del mensaje guadalupano, han sido víctimas de la cultura del descarte y de un sistema político que los usa como bandera para, luego, tirarlos al olvido. Los discípulos misioneros no podemos ser parte de esto, por el contrario, tenemos que ayudarlos a reconquistar el lugar que legítimamente les corresponde.

¡Y qué bello es también dejarse mirar por la Virgen!, hay que aprender a mirarla. Ante su imagen, trazada en la tilma de Juan Diego, el papa nos dio ejemplo de una catequesis contemplativa: buscar el momento, procurar la intimidad, guardar silencio y simplemente perdernos en la mirada amorosa de nuestra Madre del cielo.

Echarle ganas

“Echarle ganas…”, esta expresión, originada en los labios de un niño, fue retomada por el papa Francisco para invitar a las familias mexicanas a no perder de vista nuestra identidad. Si Dios le ha echado ganas al amarnos con un amor eterno y misericordioso, entonces:

  • Hay que echarle ganas a la vida.
  • Hay que echarle ganas a la familia.
  • Hay que echarle ganas a la construcción de un mejor país.
  • Hay que echarle ganas a la inclusión de todos en una sociedad más justa.
  • Hay que echarle ganas a transformar nuestra mirada, nuestras actitudes y así no perder la esperanza.

PPC quiere que esta invitación del papa Francisco no quede en el olvido. Por eso está preparando la edición de 'Queridos mexicanos': un libro que contiene los discursos, homilías y mensajes del papa durante los cuatro días de su incansable viaje por nuestro país.

La propuesta que presentamos parte de la pregunta: ¿Cómo estamos en México? Y nos invita a confrontar nuestra realidad con el mensaje del papa. También encontraremos textos que pretenden “responder” al pontífice: políticos, empresarios, obispos, religiosas, niños…, nos comparten su experiencia de encuentro con Francisco, invitándonos a que no se extinga la alegría misionera.

Echarle ganas es tarea de todos, tarea cotidiana. Ojalá siempre encontremos motivos para hacerlo y seguir adelante, para caminar juntos, para encontrarnos y para soñar. ¡A seguir echándole ganas!

 

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