Al servicio de Dios y del hombre: Antonio Dorado Soto
Un homenaje agradecido a un gran obispo de estilo conciliar
Este libro no es una biografía al uso del obispo don Antonio Dorado Soto (Urda, Toledo, 1931–Málaga, 2015), ni un canto a sus glorias. Se trata, más bien, de un perfil sencillo, como lo era el propio Dorado Soto y su magisterio. Tenía una aguda inteligencia, una curiosidad insaciable, una fe firme en la acción del Espíritu Santo y un gran sentido común. Y por encima de todo, un estilo evangélico que le llevaba a ser un obispo en la línea del Vaticano II: en medio del pueblo para servir, tratando a los sacerdotes como “hijos y amigos”, con un “cuidado peculiar” a los pobres, predicando y presentando el Evangelio de siempre pero “acomodado a las necesidades de los tiempos”, siendo hombre de diálogo y comunión, y guiándose por la mansedumbre y la humildad. Esta forma de ejercer el ministerio episcopal no pasó inadvertida al resto de sus hermanos obispos, que, entre otras cosas, le eligieron como presidente de tres importantes Comisiones de la Conferencia Episcopal Española: Apostolado Seglar, Enseñanza y Clero; en todas dejó una profunda huella.
“Este libro es un deber de gratitud, en el que muchos nos sentimos reflejados”, apunta Alfonso Crespo en el prólogo. “Es un testimonio sobre un pastor bueno, ‘con olor a oveja’, un padre para muchos, un maestro en la fe para múltiples comunidades, un hombre profundamente humilde y sabio, un obispo de alegre esperanza que pasó haciendo el bien ‘al servicio de Dios y los hombres’”. Un homenaje a los arzobispos y obispos que, como él, fueron orillados en un determinado momento de la historia reciente de la Iglesia española y lo aceptaron con humildad y amor profundo a la Iglesia.
- Tapa blanda