Un ejemplo de cómo improvisar y orar en catequesis

Un ejemplo de cómo improvisar y orar en catequesis

HERMINIO OTERO.- Varias veces he dicho que para improvisar hay que estar muy preparados. Y digo ahora que para aprender a orar –o para enseñar a orar– hay que orar. También eso sirve para la catequesis. Las dos cosas. Y vemos que así lo hace el papa Francisco siempre que tiene ocasión.

Recordemos, por ejemplo, lo que pasó el pasado 12 de julio en Asunción (Paraguay), en el encuentro del Papa con centenares de miles de jóvenes.

El Papa llevaba escrito un discurso, pero improvisó sus palabras al escuchar los testimonios impresionantes de dos jóvenes [aquí, el testimonio de Liz]. Y habló sobre la importancia de la libertad, de la solidaridad y de la verdadera amistad. Y de la necesidad de hacer lío de manera organizada. Y comenzó a partir de la petición que le hizo el joven Orlando, escogido para proclamar el Evangelio.

Empezó Francisco:

“Queridos jóvenes, buenas tardes. Después de haber leído el Evangelio, Orlando se acercó a saludarme y me dijo: ‘Te pido que reces por la libertad de cada uno de nosotros, de cada uno de nosotros, de todos’. Es la bendición que pedimos ahora todos juntos, la libertad. Porque la libertad es un regalo que nos da Dios pero hay que saber recibirlo, hay que saber tener el corazón libre.

“Porque todos sabemos que en el mundo hay tantos lazos que nos atan el corazón y no dejan que el corazón sea libre: la explotación, la falta de medios para sobrevivir, la drogadicción, la tristeza, todas esas cosas nos quitan la libertad. Así que todos juntos, agradeciéndole a Orlando que haya pedido esa bendición, tened un corazón libre, un corazón que pueda decir lo que piensa, que pueda decir lo que siente y que pueda hacer lo que piensa y lo que siente, ese es un corazón libre. Y eso es lo que vamos a pedir todos juntos, esa bendición que Orlando pidió para todos... Repitan conmigo”. [Los jóvenes así lo hacen]:

“Señor Jesús / dame un corazón libre,
que no sea esclavo / de todas las trampas del mundo,
que no sea esclavo / de la comodidad, del engaño,
que no sea esclavo de la buena vida
que no sea esclavo de los vicios,
que no sea esclavo de una falsa libertad
de hacer lo que me gusta en cada momento”.

“Gracias Orlando por hacernos caer en la cuenta de que tenemos que pedir un corazón libre. Pídanlo todos los días”.

Después, Francisco siguió comentado los dos testimonios de Liz y de Manuel. [Se puede escuchar todo el discurso aquí].

Y el Papa pedía de vez cuando que los jóvenes repitieran alguna palabra, les hacía preguntas y respondían. Y más tarde les invitó a dar gracias:

“¿Cuántos jóvenes, ustedes, hoy tienen la posibilidad de estudiar, de sentarse a la mesa con la familia todos los días, tienen la posibilidad de que no les falte lo esencial? ¿Cuántos de ustedes tienen eso? Todos juntos, los que tienen eso digan: ‘Gracias, Señor’”.

“Gracias, Señor, porque acá tuvimos un testimonio de un muchacho que desde chico supo lo que es el dolor, la tristeza, que fue explotado, maltratado, que no tenía que comer y que estaba solo. Señor, salva a esos chicos y chicas que están en esa situación. Y para nosotros, Señor, gracias, gracias, Señor”. [El Papa invita a todos a decir: Gracias, Señor].

Y termina de nuevo rezando y pidiendo que los jóvenes recen con él:

“Y ahora, antes de irme, les pido: primero, que sigan rezando por mí; segundo, que sigan haciendo lío; tercero, que ayuden organizar el lío que hacen para que no destruyan nada. Y todos juntos ahora en silencio, vamos a elevar el corazón a Dios, cada uno. Cada uno, desde su corazón, en voz baja, repita las palabras”:

"Señor Jesús, te doy gracias por estar aquí,
te doy gracias porque nos diste hermanos como Liz, Manuel y Orlando.
Te doy gracias porque nos diste muchos hermanos
que son como ellos, que te encontraron, Jesús,
que te conocen, Jesús,
que saben que Tú, su Dios, eres su fortaleza.
Jesús, te pido por los chicos y chicas
que no saben que Tú eres su fortaleza
y que tienen miedo de vivir, miedo de ser felices, miedo de soñar.
Jesús, enséñanos a soñar,
a soñar cosas grandes, cosas lindas,
cosas que, aunque parezcan cotidianas,
son cosas que engrandecen el corazón.
Señor Jesús, danos fortaleza, danos un corazón libre,
danos esperanza, danos amor y enséñanos a servir
. Amén”.

“Ahora les voy a dar la bendición y les pido por favor que recen por mí y que recen por tantos chicos y chicas que no tienen la gracia que tienen ustedes de haber conocido a Jesús que les da esperanza, les da un corazón libre, y los hace fuertes. Y que los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo”.

  • El Papa comenzó rezando haciendo que todos rezaran en voz alta.
  • Continuó implicando a todos para hacer que dieran gracias.
  • Y terminó haciendo que todos rezaran desde el fondo del corazón. Y les invitó a rezar siempre por los demás.

¿Cómo podemos hacer nosotros esto mismo en catequesis?

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