Tiempo impregnado de misericordia

Tiempo impregnado de misericordia

DANIEL OROZCO.- Jornadas, celebraciones, semanas de formación, publicaciones... Todo parece llenarse de una palabra mágica: “misericordia”. La celebración de este Jubileo Extraordinario al que el papa Francisco nos ha invitado marca la agenda de diócesis, comunidades, escuelas, etc.

Ante tal avalancha, podemos correr el riesgo cierto de que nos quedemos en la superficie; que tanto hablar de misericordia nos impida contemplarla, experimentarla, vivirla con hondura. Puede ocurrir que, finalmente, este Año quede simplemente en un sinfín de eventos más o menos especiales.

Quienes hemos seguido los gestos y las palabras del Papa desde el inicio de su pontificado, de los que buena cuenta intenta dar este blog, hemos comprendido que la misericordia, la Buena Noticia del corazón misericordioso de Dios forma parte troncal de su magisterio y de su forma de ser y vivir el Evangelio.

Como él mismo explica en la bula de convocatoria del Año Santo, 'Misericordiae vultus', la misericordia es algo más que una palabra.

“La misericordia es:

  • Fuente de alegría, de serenidad y de paz.
  • Condición para nuestra salvación.
  • La palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
  • El acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
  • La ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
  • La vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado” (Misericordiae vultus 2).

Por tanto, en este tiempo estamos llamados a contemplar este misterio; contemplarlo y hacerlo vida. De nada serviría mantener la mirada en la misericordia de Dios, si eso no nos conduce a ser “misericordiosos como el Padre”, como reza el lema del jubileo. De nada sirve releer la parábola del hijo pródigo mil veces, si no acogemos a aquella persona que regresa a nuestras vidas pidiéndonos perdón. De nada sirve escuchar infinidad de sermones sobre ir en busca de la oveja perdida si no somos capaces de descolgar el teléfono para interesarnos por ese amigo o familiar con el que dejamos de hablarnos hace tiempo o para acercarnos a esa persona que sabemos está sola o está siendo excluida por cualquier motivo en nuestro pueblo, en nuestro vecindario...

Y además de ser una ocasión de conversión personal, el papa Francisco pide que este año sea también de conversión eclesial, de renovar el modo de ser, presentarse y acercarse de la Iglesia al mundo: una Iglesia que ofrezca a tantos corazones rotos la medicina del amor incondicional de Dios; una Iglesia que diga a tantas hijas e hijos de Dios: “tampoco yo te condeno”; una Iglesia de brazos abiertos como los del padre de la parábola o capaz de “remover” toda la casa con tal de encontrar esa dracma perdida. En definitiva, de este tiempo ha de brotar una Iglesia alegre porque vive la alegría del Evangelio de la misericordia. Todos los encuentros, peregrinaciones y eventos a los que tanto esfuerzo estamos y estaremos dedicando en este año, serán vanos si no traen consigo ese nuevo rostro de la Iglesia.

Como ayuda para que las personas y las comunidades podamos reflexionar, contemplar y hacer vida este misterio de la misericordia, surge la publicación 'Vivir el tiempo de la misericordia' (PPC 2015).

Este libro recoge cien textos, cien mensajes, entresacados de las predicaciones, discursos, catequesis, etc. del papa Francisco en los que ha abordado distintos aspectos de este misterio. Cada mensaje va acompañado de preguntas y propuestas de acción, que, a modo de ejemplo orientativo, nos permitan profundizar y llevar a la práctica su contenido. También se añade una sencilla oración para poner siempre lo descubierto en manos del Espíritu. Cada uno de estos breves fragmentos quiere ser una gota del bálsamo de la misericordia con el que impregnarnos en este tiempo. Y es que como expresaba el Papa:

“¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros” (Misericordiae vultus 5).

Ojalá nuestra vivencia honda de este Jubileo alcance ver cumplido este deseo. Amigas y amigos, la misericordia está de moda (¡bendita moda!), pero que haya venido para quedarse.

 

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